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1º PREMIO: El relato. ANA
- Somos uno ¿verdad?-le sostuve la barbilla mientras le miraba. -Somos uno -repetí esta vez más segura de mis palabras.
- Somos uno, pero no el mismo- Retrasó dos pasos.
Tras sus palabras solo se oía el chirriar de las vias del tren y el continuo murmullo de la estación. David se volteó y echó a andar. Corrí hacia él como un acto reflejo. Cuando me detuve, lo miré y cuando me quise percatar, mis labios estaban fundidos en los suyos. Lloré. Se separó, recogió su maletín y mirándome con cara de desprecio se fue.
Acabado de llegar de las cruzadas, un templario se aproxima, mal herido, a la capilla del castillo para confesarse ante Dios. Arroja su ensangrentada espada y se pone de rodillas mirando hacia el suelo para rezar. Cuando alza la cabeza, el castillo está derruido, la capilla muy deteriorada y todo el paisaje ha cambiado. Se aproxima a una persona vestida de forma extraña pidiéndole explicaciones, pero no le escucha. Se pone delante de otra y lo atraviesa sin verlo ni sentirlo.
Habían avanzado quinientos años desde que él murió en la capilla, sólo queda su alma, el alma del guerrero.
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